Muchos conocemos las ventajas de las claraboyas, ya sean fijas o de apertura, y por supuesto, independientemente de su forma (circular, cuadrada, rectangular, piramidal, etc.) o color, la gran capacidad que presentan para proporcionar luz y en ocasiones ventilación natural al interior del edificio.
Pero muchos aún desconocen las bondades que presentan las claraboyas bivalvas o trivalvas, con una o dos cámaras de aire intermedias, respectivamente. Su gran capacidad de aislamiento térmico (2.28 y 1.72 kcal/m2hºC frente a los 5.16 kcal/m2hºC de la monovalva) y acústico (20 y 22 dB (A) reducidos, frente a los 12 dB (A) de la monovalva), convierten a la claraboya bivalva o trivalva en la mejor opción, sin duda, para instalar en la cubierta.
Además, gracias a que la(s) valva(s) inferiores son siempre incoloras, las propiedades ópticas no se ven prácticamente alteradas respecto a la claraboya monovalva convencional, ya sea ésta translúcida o transparente. Las claraboyas bivalvas/trivalvas ofrecen también una garantía adicional en caso de rotura fortuita debido al impacto de algún objeto duro sobre la cúpula exterior, como pueda ser una fuerte granizada, ya que las valvas inferiores nos seguirán protegiendo ante cualquier eventual filtración de agua
Por último, cabe destacar que aquellas cúpulas fabricadas en material PLEXIGLAS® Heatstop, cuya característica principal es la reducir en un 50% la energía solar transmitida al interior, cumplen esta función siempre y cuando se instalen en la modalidad bivalva/trivalva. Con su patentado sistema de lámina UV coextruida en el propio metacrilato, este tipo de claraboyas reducen notablemente la cantidad de calor que se deja pasar al espacio interior, sin mermar la transmisión lumínica, con el consiguiente ahorro energético, especialmente en aquellas zonas y meses más calurosos.
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